29 de junio de 2012

Grupo Sanguíneo;Part12


—En realidad, los recuerdo de forma confusa. Carlisle y Esme llevan siendo mis padres
desde hace mucho tiempo.
—Y tú los quieres —no era una pregunta. Resultaba obvio por el modo en que hablaba
de ellos.
—Sí —sonrió—. No puedo concebir a dos personas mejores que ellos. 
—Eres muy afortunado. 
—Sé que lo soy.
— ¿Y tu hermano y tu hermana? Lanzó una mirada al reloj del salpicadero.
—A propósito, mi hermano, mi hermana, así como Jasper y Rosalie se van a disgustar
bastante si tienen que esperarme bajo la lluvia.
—Oh, lo siento. Supongo que debes irte.
Yo no quería salir del coche.
—Y tú probablemente quieres recuperar el coche antes de que el jefe de policía Swan
vuelva a casa para no tener que contarle el incidente de Biología.
Me sonrió.
—Estoy segura de que ya se ha enterado. En Forks no existen los secretos —suspiré.
Rompió a reír.
—Diviértete en la playa... Que tengáis buen tiempo para tomar el sol —me deseó
mientras miraba las cortinas de lluvia.
— ¿No te voy a ver mañana?
—No. Emmett y yo vamos a adelantar el fin de semana.
— ¿Qué es lo que vais a hacer?
Una amiga puede preguntar ese tipo de cosas, ¿no? Esperaba que mi voz no dejara
traslucir el desencanto.
—Nos vamos de excursión al bosque de Goat Rocks, al sur del monte Rainier.
—Ah, vaya, diviértete —intenté simular entusiasmo, aunque dudo que lo lograse. Una
sonrisa curvó las comisuras de sus labios. Se giró para mirarme de frente, empleando todo el
poder de sus ardientes ojos dorados.
— ¿Querrías hacer algo por mí este fin de semana?
Asentí desvalida.
—No te ofendas, pero pareces ser una de esas personas que atraen los accidentes como
un imán. Así que..., intenta no caerte al océano, dejar que te atropellen, ni nada por el estilo...
¿De acuerdo?
Esbozó una sonrisa malévola. Mi desvalimiento desapareció mientras hablaba. Le miré
fijamente.
—Veré qué puedo hacer —contesté bruscamente, mientras salía del volvo bajo la lluvia
de un salto. Cerré la puerta de un portazo. Edward aún seguía sonriendo cuando se alejó al
volante de su coche.

Grupo Sanguíneo;Part11


Por alguna razón que no conseguía comprender, la voz de Edward contenía un tono de
frustración. Detuvo el coche y entonces comprendí que habíamos llegado ya a la casa de
Charlie. Llovía con tanta fuerza que apenas conseguía ver la vivienda. Parecía que el coche
estuviera en el lecho de un río.
—Diecisiete —respondí un poco confusa.
—No los aparentas —dijo con un tono de reproche que me hizo reír.
— ¿Qué pasa? —inquirió, curioso de nuevo.
—Mi madre siempre dice que nací con treinta y cinco años y que cada año me vuelvo
más madura —me reí y luego suspiré—. En fin, una de las dos debía ser adulta —me callé
durante un segundo—. Tampoco tú te pareces mucho a un adolescente de instituto.
Torció el gesto y cambió de tema.
—En ese caso, ¿por qué se casó tu madre con Phil?
Me sorprendió que recordara el nombre. Sólo lo había mencionado una vez hacía dos
meses. Necesité unos momentos para responder.
—Mi madre tiene... un espíritu muy joven para su edad. Creo que Phil hace que se
sienta aún más joven. En cualquier caso, ella está loca por él —sacudí la cabeza. Aquella
atracción suponía un misterio para mí.
— ¿Lo apruebas?
— ¿Importa? —le repliqué—. Quiero que sea feliz, y Phil es lo que ella quiere.
—Eso es muy generoso por tu parte... Me pregunto... —murmuró, reflexivo.
— ¿El qué?
— ¿Tendría ella esa misma cortesía contigo, sin importarle tu elección?
De repente, prestaba una gran atención. Nuestras miradas se encontraron.
—E—eso c—creo —tartamudeé—, pero, después de todo, ella es la madre. Es un
poquito diferente.
—Entonces, nadie que asuste demasiado —se burló.
Le respondí con una gran sonrisa.
— ¿A qué te refieres con que asuste demasiado? ¿Múltiples piercings en el rostro y
grandes tatuajes?
—Supongo que ésa es una posible definición.
— ¿Cuál es la tuya?
Pero ignoró mi pregunta y respondió con otra.
— ¿Crees que puedo asustar?
Enarcó una ceja. El tenue rastro de una sonrisa iluminó su rostro.
—Eh... Creo que puedes hacerlo si te lo propones.
— ¿Te doy miedo ahora?
La sonrisa desapareció del rostro de Edward y su rostro divino se puso repentinamente
serio, pero yo respondí rápidamente—
—No.
La sonrisa reapareció.
—Bueno, ¿vas a contarme algo de tu familia? —pregunté para distraerle—. Debe de ser
una historia mucho más interesante que la mía.
Se puso en guardia de inmediato.
— ¿Qué es lo que quieres saber?
— ¿Te adoptaron los Cullen? —pregunté para comprobar el hecho. 
—Sí.
Vacilé unos momentos. — ¿Qué les ocurrió a tu padres?
—Murieron hace muchos años —contestó con toda naturalidad. 
—Lo siento —murmuré.

29 de junio de 2012

Grupo Sanguíneo;Part12


—En realidad, los recuerdo de forma confusa. Carlisle y Esme llevan siendo mis padres
desde hace mucho tiempo.
—Y tú los quieres —no era una pregunta. Resultaba obvio por el modo en que hablaba
de ellos.
—Sí —sonrió—. No puedo concebir a dos personas mejores que ellos. 
—Eres muy afortunado. 
—Sé que lo soy.
— ¿Y tu hermano y tu hermana? Lanzó una mirada al reloj del salpicadero.
—A propósito, mi hermano, mi hermana, así como Jasper y Rosalie se van a disgustar
bastante si tienen que esperarme bajo la lluvia.
—Oh, lo siento. Supongo que debes irte.
Yo no quería salir del coche.
—Y tú probablemente quieres recuperar el coche antes de que el jefe de policía Swan
vuelva a casa para no tener que contarle el incidente de Biología.
Me sonrió.
—Estoy segura de que ya se ha enterado. En Forks no existen los secretos —suspiré.
Rompió a reír.
—Diviértete en la playa... Que tengáis buen tiempo para tomar el sol —me deseó
mientras miraba las cortinas de lluvia.
— ¿No te voy a ver mañana?
—No. Emmett y yo vamos a adelantar el fin de semana.
— ¿Qué es lo que vais a hacer?
Una amiga puede preguntar ese tipo de cosas, ¿no? Esperaba que mi voz no dejara
traslucir el desencanto.
—Nos vamos de excursión al bosque de Goat Rocks, al sur del monte Rainier.
—Ah, vaya, diviértete —intenté simular entusiasmo, aunque dudo que lo lograse. Una
sonrisa curvó las comisuras de sus labios. Se giró para mirarme de frente, empleando todo el
poder de sus ardientes ojos dorados.
— ¿Querrías hacer algo por mí este fin de semana?
Asentí desvalida.
—No te ofendas, pero pareces ser una de esas personas que atraen los accidentes como
un imán. Así que..., intenta no caerte al océano, dejar que te atropellen, ni nada por el estilo...
¿De acuerdo?
Esbozó una sonrisa malévola. Mi desvalimiento desapareció mientras hablaba. Le miré
fijamente.
—Veré qué puedo hacer —contesté bruscamente, mientras salía del volvo bajo la lluvia
de un salto. Cerré la puerta de un portazo. Edward aún seguía sonriendo cuando se alejó al
volante de su coche.

Grupo Sanguíneo;Part11


Por alguna razón que no conseguía comprender, la voz de Edward contenía un tono de
frustración. Detuvo el coche y entonces comprendí que habíamos llegado ya a la casa de
Charlie. Llovía con tanta fuerza que apenas conseguía ver la vivienda. Parecía que el coche
estuviera en el lecho de un río.
—Diecisiete —respondí un poco confusa.
—No los aparentas —dijo con un tono de reproche que me hizo reír.
— ¿Qué pasa? —inquirió, curioso de nuevo.
—Mi madre siempre dice que nací con treinta y cinco años y que cada año me vuelvo
más madura —me reí y luego suspiré—. En fin, una de las dos debía ser adulta —me callé
durante un segundo—. Tampoco tú te pareces mucho a un adolescente de instituto.
Torció el gesto y cambió de tema.
—En ese caso, ¿por qué se casó tu madre con Phil?
Me sorprendió que recordara el nombre. Sólo lo había mencionado una vez hacía dos
meses. Necesité unos momentos para responder.
—Mi madre tiene... un espíritu muy joven para su edad. Creo que Phil hace que se
sienta aún más joven. En cualquier caso, ella está loca por él —sacudí la cabeza. Aquella
atracción suponía un misterio para mí.
— ¿Lo apruebas?
— ¿Importa? —le repliqué—. Quiero que sea feliz, y Phil es lo que ella quiere.
—Eso es muy generoso por tu parte... Me pregunto... —murmuró, reflexivo.
— ¿El qué?
— ¿Tendría ella esa misma cortesía contigo, sin importarle tu elección?
De repente, prestaba una gran atención. Nuestras miradas se encontraron.
—E—eso c—creo —tartamudeé—, pero, después de todo, ella es la madre. Es un
poquito diferente.
—Entonces, nadie que asuste demasiado —se burló.
Le respondí con una gran sonrisa.
— ¿A qué te refieres con que asuste demasiado? ¿Múltiples piercings en el rostro y
grandes tatuajes?
—Supongo que ésa es una posible definición.
— ¿Cuál es la tuya?
Pero ignoró mi pregunta y respondió con otra.
— ¿Crees que puedo asustar?
Enarcó una ceja. El tenue rastro de una sonrisa iluminó su rostro.
—Eh... Creo que puedes hacerlo si te lo propones.
— ¿Te doy miedo ahora?
La sonrisa desapareció del rostro de Edward y su rostro divino se puso repentinamente
serio, pero yo respondí rápidamente—
—No.
La sonrisa reapareció.
—Bueno, ¿vas a contarme algo de tu familia? —pregunté para distraerle—. Debe de ser
una historia mucho más interesante que la mía.
Se puso en guardia de inmediato.
— ¿Qué es lo que quieres saber?
— ¿Te adoptaron los Cullen? —pregunté para comprobar el hecho. 
—Sí.
Vacilé unos momentos. — ¿Qué les ocurrió a tu padres?
—Murieron hace muchos años —contestó con toda naturalidad. 
—Lo siento —murmuré.